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Esclerosis Múltiple y Ejercicio Físico: Un Enfoque Multidisciplinar en Neuroprotección y Calidad de Vida

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad neurodegenerativa e inflamatoria en la que el ejercicio físico ha pasado de ser una recomendación general a convertirse en una intervención terapéutica basada en evidencia. Los estudios más recientes no solo confirman sus beneficios sintomáticos, sino que revelan mecanismos por los cuales la actividad física puede modular la progresión de la enfermedad.


Mecanismos de Acción del Ejercicio en la EM:


1. Efectos Antiinflamatorios y Neuroprotectores:


o El ejercicio aeróbico moderado reduce los niveles de citocinas proinflamatorias (TNF-α, IL-6, IL-17) y aumenta la producción de moléculas antiinflamatorias (IL-10, IL-1ra).

o Estimula la liberación de factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), esencial para la reparación de la mielina y la supervivencia neuronal.

o Estudios de neuroimagen muestran que los pacientes físicamente activos presentan menor atrofia cerebral y mayor preservación de la sustancia gris.


2. Mejora de la Fatiga y la Función Motora:


o La fatiga, uno de los síntomas más discapacitantes, mejora significativamente con el entrenamiento aeróbico y de resistencia.

o El fortalecimiento muscular contrarresta la espasticidad y previene la atrofia por desuso.

o El equilibrio y la coordinación mejoran con ejercicios neuromotores (yoga adaptado, pilates, tai chi).


3. Impacto en la Neuroplasticidad:


o El ejercicio potencia la reorganización cortical, compensando parcialmente las áreas dañadas.

o Mejora la velocidad de procesamiento cognitivo, crucial en pacientes con afectación de la sustancia blanca.


Recomendaciones Prácticas:


• Ejercicio aeróbico: Caminata, bicicleta estática o natación (3-5 veces/semana, 20-40 minutos).

• Entrenamiento de fuerza: 2-3 sesiones semanales, con énfasis en grupos musculares afectados.

• Ejercicios de equilibrio: Para reducir el riesgo de caídas.

• Monitorización de la temperatura: Evitar el sobrecalentamiento (usar chalecos refrigerantes si es necesario).


El ejercicio no solo mejora la calidad de vida, sino que podría ralentizar la progresión de la enfermedad, convirtiéndose en un pilar complementario al tratamiento farmacológico.

 

 
 
 

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